«Temimos que ardiera todo el edificio»

«Temimos que ardiera todo el edificio»

El fuego se originó en un viejo calentador eléctrico que había junto a una cama. Los vecinos de la torre donostiarra se recuperan del susto y agradecen la actuación clave de un bombero que vive en el edificio

11.01.10 – 02:08 –

AINGERU MUNGUÍA | SAN SEBASTIÁN.
Los vecinos de Lorea se recuperan del susto. El espectacular incendio de la noche del sábado se propagó con tal velocidad que temieron que el edificio entero fuera ser pasto de las llamas. La torre que se levanta junto a la rotonda de Ibaeta, en Donostia, no se convirtió en ‘el coloso en llamas’ porque el fuego se limitó a dañar el exterior, salvo en la vivienda de la séptima planta donde se originó, que quedó carbonizada.
«Impresionaba ver cómo avanzaban las llamas. Creíamos que se iba a incendiar todo el edificio», comentó un matrimonio de la quinta planta de esta casa ubicada en el número 111 de la avenida de Tolosa. Los hechos ocurrieron poco antes de las 22 horas en el 7º A, donde vive D. M. -conocido como ‘Manci’- con su hermana y una sobrina. El dueño de la vivienda pudo recoger ayer algunos papeles del piso, al que entró junto a un perito. Aún emocionalmente afectado por lo sucedido, indicó que el fuego se originó en un calentador eléctrico viejo que cumplía su función junto a una cama. Pero «cogió la almohada, el colchón…» y para cuando intentaron apagar el fuego «ya era demasiado tarde». La casa tiene moqueta, sofás, y todo ardió a mucha velocidad sin que los inquilinos pudieran hacer nada para apagarlo. Los bomberos fueron avisados, pero mientras llegaban, varios vecinos indicaron que «fue fundamental» la actuación de un bombero que vive en el edificio y que quiso mantenerse en el anonimato.
Los vecinos del 8º A, que viven justo encima de la vivienda donde se originó el fuego, destacaron que «hizo una labor impagable. Me cogió las llaves de casa, bajó las persianas, avisó a los demás…». El bombero bajó a casa de ‘Manci’ y vio que la puerta de la vivienda estaba abierta, aunque su mayor sorpresa fue ver al propietario en el interior inhalando un peligroso humo, tanto para él como para el resto de la torre. Cerró la puerta de la vivienda para «confinar el fuego» y en cuanto llegaron sus compañeros les informó de la situación. Para evacuar el humo se abrieron las ventanas del hueco de escaleras, unas aberturas que se pusieron hace pocos años porque la casa no los tenía cuando fue construida (hoy en día son una obligación legal).
Desde fuera las cosas se veían mal. Los vecinos asistían estupefactos a un fuego que por el efecto chimenea de la esquina de la casa ascendió con inusitada rapidez. La torre es un edificio de unos 35 años, que hace más de tres lustros rehabilitó su fachada y colocó un revestimiento de alucobond, una aleación de aluminio magnesio. El nuevo cerramiento son dos planchas con un material aislante en medio. Como las llamas prendieron en las planchas de los pisos superiores a gran velocidad, los vecinos pensaron que lo que ardía era el aislante pero, según confirmó la administradora, «es de un material ignífugo». Otra hipótesis es que lo que ardió fue la estructura que sujeta las planchas, que es de aluminio y este material prende a determinada temperatura.
«El humo es lo que mata»
Los bomberos actuaron desde fuera con un camión escala, pero sobre todo desde dentro «que es como se apagan realmente los fuegos». Las llamas, pese a su espectacularidad, sólo afectaron a las terrazas de las viviendas, salvo en el décimo piso, donde también entraron los bomberos con mangueras. Pero en un incendio es tan peligroso el fuego como el humo, «que es realmente lo que mata a la gente». Los bomberos desalojaron las viviendas de los pisos inferiores al del incendio pero obligaron a los vecinos de los pisos superiores a no salir, ni abrir las ventanas. La medida pretendía que no se intoxicaran con el humo. Pero en una vivienda contigua a la del incendio ya había mucho humo y las diez personas que cenaban en su interior lo pasaron realmente mal porque «ni podíamos salir, ni abrir las ventanas». ‘Manci’, con la cara ennegrecida tras su inútil batalla contra el fuego, estaba sobrepasado, más preocupado por la torre que por su propia vivienda. Sólo decía «perdón, perdón …» Él y su familia pasaron la noche en el hotel San Sebastián. Otros vecinos cuyas casas quedaron afectadas por el agua y el humo se fueron a viviendas de amigos. La comunidad de propietarios tiene un seguro para el conjunto del edificio y junto al seguro individual deberán ser ahora los peritos de las compañías, con el atestado, los que evalúen los daños.
Pese a la dureza del incendio y sus posibles consecuencias, la solidaridad con ‘Manci’ y su familia fue la nota dominante en el vecindario. El afectado se enteró ayer de que el alcalde acudió a las tareas de extinción. El diputado foral de Innovación, José Ramón Guridi, que es vecino suyo, le visitó en el hotel y se puso a su disposición. «Todo el mundo se ha portado maravillosamente conmigo, quiero darles las gracias».

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